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miércoles, 22 de agosto de 2012

Lo que la colección esconde (X): armadura japonesa

Un día más seguimos descubriendo los secretos mejor guardados del museo. ¿Sabéis que el MNAD "esconde" una amplia colección de arte oriental? Hoy queremos mostraros uno de los objetos que forman parte de este interesante conjunto en el que se pueden encontrar lámparas, esculturas, tejidos, estampas, túnicas (chi-fu), abrigos (pu-fu) y muchas cosas más que iremos descubriendo juntos.

La pieza que hoy os mostramos es una impresionante armadura japonesa. Se encuentra formada por diez piezas que son:
a. Kabuto (casco)
b. Hô-Até (máscara)
c. Dô (coraza)
d. Hai-daté (faldellín bajero)
e. Ko-té (brazaletes)
f.  Sodé (hombreras)
g. Dos piezas sin identificar su uso que seguramente se utilizaban para proteger los muslos.

CE18264
Las piezas que componen la armadura son de hierro lacado y se encuentran unidas por trenzadas de seda. En algunos casos, ad+ , están forradas por tejidos también de seda.
Aunque el crisantemo decorativo de la cima del casco es característico del siglo XVI es probable que la armadura sea posterior.

La clase militar comenzó a desarrollar un papel determinante dentro de la historia de Japón a partir de los siglos X y XI, dominada casi exclusivamente por la figura del guerrero feudal, conocido como Bushi o samurai.
La armadura que empleó la sociedad militar japonesa de la época feudal abarca desde el siglo IX al XIX, concretamente hasta 1868, fin del periodo Edo (1603-1868).
Cada clan, cada clase militar, cada familia del estatus samurai tenía su propio fabricante de armaduras, lo que explica en parte la riqueza y variedad de las mismas. En general su construcción se concretó en un modelo básico que permaneció inalterado durante siglos.



Los materiales utilizados para su fabricación reflejan la preocupación de los armeros japoneses por la velocidad y la funcionalidad. Llegaron a convertirse en obras de arte, en las que se unían las planchas de hierro cosidas unas a otras a través de cordones de seda y cuero. Este último era el material preferido por los artesanos, ya que podían utilizarlo tanto como eslabón de unión para mantener unidas todas las partes de la armadura, como material básico para fabricarlas.
Finalmente se consiguió entretejer una estructura de cadenas y eslabones de malla con plancha de diversos tamaños, formando una prenda bastante inmóvil y ligera, forrada de tejido acolchado, seda o cuero.
A medida que se fueron desarrollando las técnicas de herrería y orfebrería, se incorporaron materiales metálicos tales como placas de hierros unidas por lazos.
Los colores utilizados y las formas de la ataduras eran rasgos que identificaban a los miembros de los diferentes clanes.

Se trata sin duda de una pieza fascinante...¡disfrutadla!

jueves, 16 de agosto de 2012

Lo que la colección esconde (IX): William Morris

William Morris nació en Walthamsow, en las afueras de Londres, en 1834. Perteneciente a una familia acomodada estudió arquitectura, arte y religión en la Universidad de Oxford.

Morris fue un hombre polifacético, artesano, diseñador, impresor, poeta, escritor, político y pintor, al que le desagradaba la nueva Inglaterra industrializada, la situación en la que quedaban los trabajadores - especialmente los artesanos - y los productos ofrecidos al mercado por esta nueva industria.  Amaba la belleza y la naturaleza y despreciaba la fealdad que le rodeaba. Buscaba en el pasado una nueva utopía de comodidad y belleza. Pensaba que un arte hecho por el pueblo y para el pueblo constituye la felicidad de quien lo hace y quien lo usa.

William Morris
Con la idea de recuperar el espíritu de las artes y los oficios de la época medieval, en 1861 fundó, junto con Charles Faulkner, Dante Gabriel Rossetti, Burne-Jones, Madox Brown, Peter Paul Marshall y Philip Webb la empresa Morris, Marshall, Faulkner & Co. En 1875 la compañía pasa a llamarse Morris and Co, con Morris como único propietario.
También se interesó por la imprenta y la tipografía, lo que le llevó a crear Kelmscott Press en 1891.
Todas las iniciativas que llevó a cabo para revalorizar las artes decorativas se identifican con el movimiento Arts and Crafts, del que se considera a Morris fundador.
A través de sus empresas Morris ofreció al mercado una amplia variedad de productos: mobiliario, azulejos, papeles pintados y diversas producciones textiles.

Además de crear patrones durante casi 20 años, Morris llegó a conocer en profundidad todas las técnicas textiles comercializadas por su empresa y casi todas las fases del proceso de trabajo, conocimiento éste que consideraba básico para el artesano.
Morris eligió el telar manual jacquard frente al telar mecánico y prefirió los tintes vegetales a los nuevos tintes sintéticos. Le fascinaban los tejidos históricos - principalmente terciopelos del siglo XV - y exóticos. Recuperó procedimientos de tintado tradicionales de origen vegetal y se inspiró en la naturaleza y los paisajes que le rodeaban.

Morris recuperó el estampado con bloques de madera, en ese momento no olvidado, pero sí desbancado por la producción industrial. Este método de estampado en el más antiguo, básico y costoso y sus resultados son altamente artísticos.
Los esquemas decorativos propuestos por Morris se basaban casi siempre en dos construcciones básicas: la "red", formada por varios diamantes proporcionales, y la "rama", basada en una línea diagonal, más frecuente a partir de 1883.
En  la colección permanente del MNAD se conservan algunos de los diseños creados por Morris. El que hoy mostramos aquí recibió el nombre de Cray.


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Cray fue el diseño más complejo y caro de Morris y requirió 34 bloques de madera para la impresión manual, que se produjo en Merton Abbey en 1884.
En del MNAD se trata de un fragmento textil de algodón de 101 x 98 centímetros estampado en colores crema, salmón, gris, verde y negro sobre fondo de algodón en su color.
El fondo está decorado con pequeñas florecillas que cubren toda la superficie. Por encima se pueden observar peonias, tulipanes y hojas de acanto.
La decoración es en "rama". El fragmento conserva los orillos (Orillo: orilla del paño o tejido en piezas, hecho, por lo regular, en un hilo más basto y de uno o más colores) de algodón en su color.
Recibe su nombre por el río Cray, afluente del Támesis, quedando patente así el amor de Morris por la naturaleza. Y es que para él La belleza mezclada con la invención, fundada en la observación de la naturaleza, es la fuente principal del diseño decorativo. Si no es bello no tiene derecho a existir; si no es invención se hace aburrido; si no está fundado en la observación de la naturaleza difícilmente puede ser bello o inventivo. Puede llegar a ser simplemente extraño y monstruoso cuando se separa de la naturaleza.

lunes, 13 de agosto de 2012

Ad+...Teresa Redondo

Queridos blogueros,
Hoy estamos encantados de presentaros a Teresa Redondo, una de nuestras voluntarias culturales. Teresa ha querido contarnos su experiencia en el MNAD y qué significa para ella ser voluntaria.
Una vez más queremos agradecer a todos los voluntarios su labor y destacar su profesionalidad y esa enorme generosidad que demuestran día a día.
Os dejamos con sus palabras:

Primero me presento, soy Teresa Redondo Zarzuela y quiero contar a quien lea este Blog mi experiencia en el MNAD.

Me incorporé al Voluntariado Cultural en 2005, y tenía claro hacer esta labor en el MNAD, porque era y sigue siendo uno de los museos que más me gustan de Madrid.

La labor del voluntario en general yo la entiendo como solidaridad; una colaboración social en la que se intercambian las habilidades y conocimientos de todos los que están participando en el proyecto y, que al no mediar contraprestaciones económicas, permite el acceso de una franja amplia de personas a experiencias, relaciones y conocimientos que enriquecen a todos: los voluntarios y las personas con las que colaboran. La labor del voluntario está ligada a la esencia del ser humano que necesita compartir, comunicarse, aprender... Resumiendo hacer junto a sus semejantes. Con esta idea me incorporé al Voluntariado Cultural. 

Teresa Redondo Zarzuela
Para empezar a acompañar a los grupos en el MNAD pasé unos meses aprendiendo sobre las diferentes piezas de la colección que están expuestas. Estudié la información que me entregaron los compañeros con experiencia, y también recibí charlas de los expertos del Museo. Con ese bagaje empecé mi voluntariado, y desde entonces no he dejado de ampliar mis conocimientos, pues la formación que recibimos es permanente.

El resumen de los siete años que llevo con esta actividad es muy positivo, percibir que las personas se interesan por las piezas del museo o por su historia, escuchar que volverán con sus hijos o con sus nietos, o las innumerables anécdotas agradables o divertidas que he vivido me hacen sentir útil, aprendo escuchando a los que conocen las piezas o me cuentan que tienen algo semejante en casa.

Importantísimo también para que la experiencia sea tan agradable es la relación de amistad que hemos creado entre todos los compañeros, y tengo que citar a Pablo, nuestro coordinador que consigue que todo sea fácil. Igualmente buena es la comunicación con los responsables y expertos del MNAD que se preocupan por aportarnos conocimientos y mantenernos al día sobre las magníficas exposiciones que montan; además de enseñarnos estimulan nuestra curiosidad y siempre estamos deseosos de más, gracias. Y gracias también al personal de las salas, siempre amables y atentos a cualquier eventualidad en nuestra labor.

Otros compañeros han querido compartir en el Blog alguna de sus preferencias en las piezas de la colección; hay muchas piezas bellísimas (por supuesto, estoy hablando de un Museo), pero voy a decidirme por la Colección de Cristal de Vanguardia, que se expuso en el año 2005 y de la cual hay algunas piezas en la sala del cristal, pocas veces en mi vida he visto un conjunto de objetos tan bellos, cada uno individualmente merecería una visita al MNAD. ¿Os animáis?

¡Gracias Teresa! 
Aunque nuestros voluntarios se encuentran ahora disfrutando de unas merecidas vacaciones volverán a estar con nosotros a partir del próximo 16 de septiembre. Os recordamos que podéis recorrer junto a ellos el museo todos los domingos a las 11:30 el público individual y los martes, miércoles, jueves y viernes - previa reserva - los grupos.

¡Feliz lunes!

lunes, 6 de agosto de 2012

Lo que la colección esconde (VIII): vestido siglo XIX

¿Qué mejor manera de comenzar la semana que descubriendo otra de las magníficas piezas que esconde la colección del MNAD? Hoy queremos compartir con vosotros este maravilloso vestido del siglo XIX:
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La prenda que os mostramos data de 1869-1872. Se trata éste de un periodo de transición entre la segunda etapa del segundo estilo romántico (1851-1868) y la moda del polisón. 
El polisón es una falda interior que recoge el vuelo en la espalda mediante un armazón, una almohadilla o una falda de volantes almidonados. Fue creado por el modisto inglés Charles Frederick Worth y se usó desde la década de 1870 hasta 1890 aproximadamente.

Del vestido romántico permanecen en nuestra pieza las mangas de tipo pagoda - que se ensanchan en las bocas a modo de campana -, el escote abierto, la línea redondeada de los hombros, la concentración decorativa del cuerpo, así como el lazo y los encajes.
Sin embargo, en la falda se anuncia ya la nueva moda. Se reduce el diámetro del ruedo, resultando una falda recta en el delantero y con el volumen concentrado en la zona posterior. No obstante, se trata de un volumen todavía pequeño al carecer de los drapeados, asimetrías y decoración recargada a base de pasamanerías que predominarían más adelante.
El vestido está formado por dos prendas: una falda y un cuerpo. Están confeccionadas con el mismo tejido de franjas verticales de distintos anchos en color negro y violeta combinado moaré de seda, satén y un derivado del tafetán.
La falda está compuesta por cinco paños. Es amplia y está fruncida a la cintura con una cinturilla de la misma tela. El cuerpo se ciñe a la cintura, quedando abierto por la parte delantera, lo que indica que se llevaba sobre una blusa, a modo de chaqueta.

Presenta dos elementos decorativos: una cinta de moaré negro y violeta enmarcada por una greca también violeta y un volante de encaje de bolillos negro terminado en ondas.

Detalle de los elementos decorativos
A pesar del polisón se trata de un traje de calle que permite moverse con comodidad. Así que... ¿por qué no exhibir esta preciosidad dando un paseo a pie por alguna concurrida avenida?