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viernes, 13 de febrero de 2015

Para los días fríos: !Chocolate Caliente!!!

¿Qué más nos puede apetecer en los días fríos que estar en el sofá de casa, con su vieja mantita, mirando a los copos de nieve que caen por la ventana mientras disfrutamos de un rico chocolate calentito?
La combinación nos parece perfecta, sin embargo, necesitamos algo más en nuestra cocina para preparar este delicioso manjar que tanto nos alegra el paladar. Estamos hablando de las "chocolateras", estas indispensables piezas de cocina que no podían faltar en las colecciones del MNAD.

A finales del siglo XVI, el cacao que provenía de Mesoamérica se convirtió en uno de los productos más apreciados dentro de la cocina española donde era consumido como una bebida caliente y endulzada con azúcar de caña. A medida que avanzamos en el siglo XVII vamos a ver como esta bebida se extiende a todas las clases sociales, siendo incluso servida a los invitados de la corte de los Austrias. Ya plenamente aceptado como un alimento popular en la cocina española del siglo XVIII, al chocolate se sumaban propiedades consideradas terapéuticas en estos momentos: fortificaba la voz, destruía los humores malignos, además, de ser famoso por sus poderes afrodisíacos. El Barón de Bourgoing, embajador francés en Madrid, describe en sus relatos de viaje la apasionada costumbre gastronómica en torno a una taza de chocolate que según sus palabras era el "el alimento favorito de los españoles dos veces al día y que no se niega ni siquiera a los moribundos". 


Ahora vamos a la parte práctica... ¿Cómo se preparaba una rica taza de chocolate en el pasado?

Primero, los granos de cacao eran molidos hasta convertirse en una fina pasta que sería posteriormente mezclada con el azúcar y especies, como canela y vainilla. También era necesario un molinillo, especie de batidor de madera, que se utilizaba para mezclar los ingredientes dejando la bebida más homogénea y espumosa. Podemos ver como era servido el chocolate a través de algunos bodegones de la escuela española del siglo XVIII, como el ejemplo pintado por Luis Egidio Meléndez , donde aparece una rica taza de chocolate acompañada por sus bizcochos y bollos.Otro ejemplo de esta costumbre aparece en los azulejos de la cocina valenciana del MNAD, donde podemos ver una criada portando una bandeja con 12 jícaras y sus mancerinas de chocolate mientras una de las jícaras se vuelca cayendo al suelo.


                     

En todas estas representaciones nos podemos dar cuenta de que las chocolateras fueron uno de los utensilios indispensables en las cocinas españolas del siglo XVIII. Entre las piezas del MNAD encontramos algunos interesantes ejemplos de jarras para servir el chocolate, fabricadas en diferentes materiales, pertenecientes a distintas épocas. Entre ellas, una tradicional chocolatera de cobre, de caño largo, sin tapa y datada en la primera mitad del siglo XVIII.



Otro ejemplo muy bonito presente en las colecciones del MNAD se trata de una chocolatera de cerámica, de cuerpo globular, con pico vertedor, tres patas acabadas en volutas, tapa y mango. La pieza posee una rica decoración floral y pertenece a la fábrica de porcelana de Gien, fundada en Francia en 1864. Este tipo de chocolatera hecha en cerámica tenía la función de conservar el chocolate caliente por más tiempo, además, de ser una pieza cuidadosamente decorada para lucir en las mesas más exigentes.



¿Os apetece una rica taza de chocolate?

jueves, 5 de febrero de 2015

Pieza del mes de febrero. Una "pintura ridícula" en España: Bodegón de cocina del MNAD

Febrero trae a Madrid - ad+ de un frío polar - la VI edición del Gastrofestival. El MNAD se suma a este homenaje la gastronomía con una interesantísima pieza del mes. ¿Qué os sugiere el término "pintura ridícula"? Para el cardenal Gabriele Paleotti lo era, tal y como reflejó en 1582 en su tratado "Discurso en torno a las imágenes sagradas y profanas", toda aquella pintura que no guardaba el debido decoro e incitaba a la gula y la embriaguez, alejando a los hombres de la vida cristiana. Hablaba, seguramente, de las obras de naturaleza muerta en las que comida y bebida son protagonistas de la escena. En España es difícil encontrar ejemplos de estas pinturas, que sin embargo abundaron en Flandes y en Italia. 
No obstante, el MNAD conserva uno de estos raros ejemplares. Se trata del Bodegón de cocina con un pícaro que se ubica en la segunda planta del Museo y que es el nuevo protagonista de la pieza del mes.

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Gonzalo Hervás Crespo, licenciado en Historia del Arte, nos contará todos los secretos de esta curiosa y "ridícula" pintura. Y como aperitivo os dejamos unas pinceladas de lo que vais a poder descubrir sobre esta fascinante obra. 

¿Qué van a descubrir nuestros visitantes en la pieza del mes?

Van a poder descubrir una obra que es una auténtica rareza, ya que existen pocas obras parecidas dentro del panorama estético del siglo XVII en nuestro país, que era bastante normativo en cuanto a lo representado. Obras como ésta eran frecuentes en Flandes e Italia, pero no en España. A pesar de ello y de lo rígido del sistema artístico, hubo quien encontró fascinante abordar un asunto así, dejando claro que por mucho que se trate de conducir el arte en una serie de cauces, el hecho artístico es bastante más permeable y las influencias acaban filtrándose a quienes quieran recogerlas, como es el caso del artista anónimo que pintó este cuadro.

¿Por qué has elegido el bodegón?

Estoy haciendo una tesis doctoral sobre la pintura de género en España, y esto incluye piezas encumbradas y fantásticas como los niños de Murillo o las obras del primer Velázquez. Pero también otras menos importantes pictóricamente hablando, pero igual de valiosas para comprender el contexto artístico del Siglo de Oro. Puede que este bodegón no sea de una calidad sobresaliente, pero nos dice más cosas sobre las influencias estéticas que existían en España a principios del XVII que muchos otros cuadros más "bonitos".

¿Puedes adelantarnos alguna curiosidad sobre la pieza?

Más que curiosidad, es un hecho que en sí no deja de resultar curioso. A mucha gente a quien he enseñado el cuadro han dicho que incluso resulta desagradable. ¿No es fascinante que una obra pintada hace cuatro siglos a día de hoy siga teniendo ese poder? Actualmente hemos asumido que el arte puede e incluso debe ser pertubardor; que lo bello como fundamento de lo artístico ya no existe. Pero a principios del siglo XVII esto no era así, seguíamos con el canon de belleza heredado de Grecia. Por eso cuadros como éste que se alejan de los fundamentos artísticos habituales e incluso hacen apología de lo grosero, resultan de enorme interés.

¿Por qué animas a la gente a venir?

Animo a todo el mundo a que dejen fuera los prejuicios por lo aparentemente poco atractivo de la propuesta; todo lo que a nivel estético puede parecer antipático en la obra, en muchas otras cuestiones resulta apasionante.

¡Gracias Gonzalo! No dejéis pasar esta apetitosa propuesta y desafiad al frío madrileño visitando nuestro palacete de la calle Montalbán. Os esperamos los domingos 8, 15 y 22 de febrero a las 13:00 en la segunda planta del MNAD. ¡No faltéis!