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jueves, 31 de octubre de 2013

Pieza del mes de noviembre. Espejos: de la utilidad al símbolo.



¡Espejito, espejito de mi habitación! ¿Quién es la más hermosa de esta región? ¿Alguien no conoce esta frase? Por ella es conocida la malvada reina del cuento de Blancanieves de los Hermanos Grimm, que lo escribieron inspirándose en un personaje real de la Alemania del siglo XVIII. El espejo parlante existió y se encuentra expuesto actualmente en el Museo del Spessart, en Lohr am Main. También del siglo XVIII son los espejos protagonistas de nuestra pieza del mes de noviembre: dos cornucopias de más de un metro de altura situadas en la planta tercera del museo.

Las cornucopias son espejos de marco tallado y dorado, que suelen tener en su parte inferior uno o más brazos para poner velas cuya luz reverbere en el mismo espejo.

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Laia Arquer García, Licenciada en Historia del Arte, nos contará todos los secretos de este objeto, que nació por el deseo del hombre de contemplar su propia imagen y que acabaría siendo, además de un objeto de tocador, un elemento decorativo.

En sus inicios los espejos eran de metal (cobre, plata o bronce). Con el surgimiento de las distintas manufacturas empezaron a producirse espejos de vidrio. Los primeros espejos de vidrio nacieron en Murano (Venecia) convirtiéndose su fabricación en un secreto cuyo desvelo era penado con la muerte. Pronto se convirtieron en un símbolo de status para las familias euroepas. En el siglo XVI comenzaron a utilizarse como muebles de decoración, ocupando un lugar en el salón. En los siglos XVII y XVIII  la llegada del "buen gusto" confirió al espejo un nuevo protagonismo. De todas estas cosas y muchas más os hablará Laia en la pieza del mes.

Así que ya sabéis, si queréis veros reflejados en estas hermosas piezas, os esperamos los domingos 10, 17 y 24 de noviembre a las 13:00 en el MNAD. ¡No faltéis a la cita!

miércoles, 16 de octubre de 2013

Lo que la colección no esconde (III): Reloj de las porteadoras

Tal día como hoy hace 220 años moría guillotinada en París una de las mujeres más conocidas de la historia. Os hablamos de María Antonia Josefa Joana de Habsburgo- Lorena, más conocida como María Antonieta de Austria. María Antonieta había nacido en Viena en 1755. Con apenas 15 años se casó con el Delfín, futuro Luis XVI de Francia. Cuatro años después del matrimonio, en 1774, María Antonieta y Luis XVI fueron coronados Reyes de Francia. La Reina no gozaba de la simpatía de los franceses, quienes la consideraban superficial, derrochadora y caprichosa.
La monarquía iba cayendo en desgracia, los franceses pasaban hambre y el despilfarro de la Corte indignaba al pueblo. Estos y otros acontecimientos, sumados a nuevas corrientes de pensamiento desembocan en la Revolución Francesa, iniciada en 1789. La Revolución vivió uno de sus momentos más  importantes con la abolición de la monarquía en 1791 y la posterior condena en agosto de 1793 de María Antonieta. En un juicio un tanto oscuro, María Antonieta, acusada entre otras cosas de alta traición, fue condenada a la pena capital. Unos meses antes, su marido el Rey Luis XVI había sufrido la misma suerte en la Plaza de la Concordia de París.

Apenas un año antes del estallido de la Revolución, en 1788, la Reina encargó al famoso relojero Robert Robin un reloj de sobremesa. Este bello reloj, hecho de mármol, bronce y porcelana de Sèvres, ocupó uno de los baños del Palacio de Tullerías desde esa fecha y hasta 1792. 

Actualmente el reloj se encuentra en el Museo de Artes Decorativas de París. Podéis consultar su ficha y ver su foto aquí.

Y ahora, os dejamos la imagen de uno de los relojes más hermosos y contemplados de la colección del MNAD.

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Os invitamos a contemplar las dos imágenes en paralelo. ¿Qué os parece? Sí, efectivamente, nuestro reloj es una copia del reloj de María Antonieta. 
Nuestra pieza lleva el nombre del relojero francés del rey Carlos IV de España, François- Louis Godon, y aunque a simple vista parece idéntico al reloj de Robin, no lo es tanto. En la placa central anterior de porcelana, el reloj del MNAD muestra una escena de amorcillos elaborando vino, mientras que la pieza de la Reina francesa presenta un motivo vegetal. Además, el reloj original conserva en la parte superior de las angarillas una jarra y un copón de bronce dorado; detalles perdidos en nuestra pieza que fueron repuestos por los dos jarrones dorados actuales. 
Ambos relojes son exponente del decorativismo francés del siglo XVIII: se concede más importancia a la ornamentación de la caja que a la maquinaria. La iconografía del reloj expresa el resurgimiento de la Antigüedad: las porteadoreas, los niños con uva, las cabezas de carnero y los grifos, se asocian a Baco, dios del vino. 

Elaborado con mármol, bronce, esmaltes y porcelana de Sèvres, esta joya se expone en la sala 7 de la tercera planta del MNAD. ¿No os apetece verlo de cerca?

viernes, 11 de octubre de 2013

Los curris invaden Montalbán 12








Como habéis podido comprobar al acceder al Museo, nuestra fachada está siendo rehabilitada. La duración de esta obra está estimada en 4 meses (hasta enero de 2014). Durante este periodo el ritmo de celebración de exposiciones temporales se ralentizará un poco y podrán producirse esporádicos cierres en determinadas salas de la exposición permanente.

¡Eso sí!, a partir de enero de 2014 una reluciente fachada os dará la bienvenida en el número 12 de la calle Montalbán.

viernes, 4 de octubre de 2013

Lo que la colección esconde (XXVIII): La visión de Ezequiel

¿Os apetece adentrarnos en una de las estancias vaticanas de la mano de una de nuestras piezas más especiales?. Pues allá vamos...

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La historia de nuestro tapiz comienza en torno a 1516, cuando el Papa León X encarga como ajuar de una de las salas del Vaticano, la llamada "del Papagayo" o "de los Palafreneros" una tapicería compuesta por cuatro grandes piezas. Esta tapicería estaba destinada a cubrir la cama ceremonial o letto de paramento que se ubicaba en esta sala y que parece se usaba principalmente para extender sobre ella las vestiduras pontificales antes de las celebraciones, aunque también podía servir como cama de día en la que el Papa descansaría brevemente entre las ceremonias eclesiásticas. En concreto, nuestro tapiz haría la función de sopracielo, cubriendo el techo de la cama.

Reconstrucción del letto de paramento

En cuanto al tema representado, "la Visión de Ezequiel", hace referencia a las profecías de Ezequiel del Antiguo Testamento. Ezequiel aparece en una escala minúscula en el ángulo inferior izquierdo, junto a su caballo y otra figura. En el centro y como figura principal, Dios Padre flanqueado por dos ángeles sobre los símbolos de los cuatro evangelistas (ángel, león, buey y águila) y alrededor multitud de ángeles.
La escena se basa en un óleo de pequeño formato atribuido a Giulio Romano según un diseño de Rafael, fechado hacia 1518 que actualmente se encuentra en la Galería Palatina del Palacio Pitti de Florencia.

"La visión de Ezequiel", Giulio Romano según diseño de Rafael
Galería Palatina del Palacio Pitti, Florencia (inv. Pal nº 174)

Realizado sobre fondo de hilo metálico en técnica de tapicería e hilos de lana y seda polícromas, nuestro tapiz tiene unas dimensiones de más de cuatro metros de alto por tres y medio de ancho. Está enmarcado en una espléndida cenefa con motivos decorativos de trenzados sobre fondo azul.
Fue realizado en la manufactura de Pieter van Aelst (Bruselas), y se conserva el cartón del mismo, sin cenefa,  en la colección del duque de Buccleuch en Boughton House. Este cartón en principio fue atribuido a Gianfrancesco Penni y más recientemente a Tommaso Vincidor, asistente de Rafael que se encontraba en Bruselas coordinando los trabajos de tapicería encargados por el papa León X.

Cartón para tapiz "Dios Padre con los símbolos de los cuatro evangelistas", Tomasso Vincidor

Como véis, se trata de una verdadera obra maestra de la tapicería flamenca que el MNAD tiene la suerte de custodiar entre sus paredes.

[Podéis encontrar ésta y más información en el catálogo de la exposición "El Último Rafael" que se celebró en el Museo del Prado y en la que participó nuestro espléndido tapiz].